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Clots de la Sal

En armonía con la majestuosa Sierra de La Mola, los Clots de la Sal forman parte del Paraje Natural Municipal de Novelda. Estos pequeños estanques de aguas sulfurosas y ferrosas, conocidos por sus propiedades terapéuticas, han sido considerados beneficiosos para la salud y desde el siglo XIX han funcionado como un balneario natural al aire libre, ofreciendo a los visitantes un espacio donde relajarse y disfrutar de las bondades curativas de sus aguas en plena naturaleza.

De entre los Clots existentes, los dos que destacan más son:

Clot Negre.

Clot Roig.

El Paraje Natural Municipal de Els Clots de la Sal i Serra La Mola es un espacio protegido que alberga un paisaje singular, donde afloran pequeños estanques de aguas sulfuro-ferrosas. Estas aguas, ricas en sales, poseen propiedades micromedicinales que confluyen tanto en el suelo como en la vegetación, creando un entorno único de gran biodiversidad de fauna, flora y con un gran valor terapéutico.

Con una extensión de 120,41 hectáreas, este paraje no solo destaca por sus características medioambientales, sino también por su relevancia social en la localidad.  Tradicionalmente, tanto locales como visitantes han utilizado este entorno como un balneario natural, aprovechando sus estanques para tratar y aliviar afecciones cutáneas. Esta práctica ha mantenido viva su importancia a lo largo de los años. Entre los estanques, destacan especialmente dos de los más conocidos: el Clot Roig y el Clot Negre, los cuales adquieren su nombre debido al color que caracteriza las aguas.

El tramo del río Vinalopó que atraviesa el paraje se extiende desde las faldas de La Mola hasta el término municipal de Monòver. En su recorrido, se encuentran destacados elementos de gran valor histórico y cultural, como el santuario modernista de Santa María Magdalena y el castillo de origen islámico de La Mola.

Además, el paisaje alberga importantes vestigios de la arquitectura del agua, antiguos refugios de canteros y otros elementos patrimoniales que enriquecen su entorno.

Las propiedades medicinales de estas aguas impulsaron su comercialización a gran escala durante la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del XX, llegando a embotellarlas para su adquisición en farmacias o droguerías. En este contexto, se construyó el balneario de las Salinetas, inaugurado el 3 de marzo de 1858 por Francisco Barcells, instalando este complejo balneario en tierras de los herederos del labrador Pedro Belda, aunque a lo largo de sus años de actividad pasó a ser propiedad de diferentes dueños. A mediados del siglo XIX, coincidiendo con la inauguración del ferrocarril Madrid-Alicante y la visita de la reina Isabel II, un rico hacendado de Novelda, el señor Alenda, decidió construir un lujoso balneario en sus tierras, aprovechando un manantial de aguas con propiedades terapéuticas. Inspirado en los centros vacacionales de Europa, el balneario se convirtió rápidamente en un lugar de moda, atrayendo a la burguesía nacional. A lo largo del siglo XX, el complejo alcanzó su máximo esplendor, contando con un hotel con decoración modernista, residencias de lujo y un elegante pabellón de baños con bañeras de mármol y tratamientos innovadores. Aunque el balneario cerró en 1931 y sus instalaciones desaparecieron, las aguas termales permanecen y el lugar ha evolucionado con el tiempo. Aunque el balneario no se conserva y la época dorada de estos centros llegó a su fin, el lugar quedó en desuso a partir de 1931. Sin embargo, aunque el espacio ha evolucionado con el tiempo, las aguas siguen siendo las mismas y poseen un gran valor en un entorno plagado de una rica variedad de ecosistemas que, gracias a su suelo y geología, mantienen una flora y fauna importante para la región. En él se pueden encontrar más de 83 especies de mamíferos, anfibios, peces, reptiles y aves, como el cernícalo vulgar o el mochuelo, además de una variada vegetación con más de 75 especies de plantas, entre ellas una gran diversidad de orquídeas y uno de los tarayales mejor conservados y más grandes de la Comunitat Valenciana.

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